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lunes, 2 de mayo de 2011

Bacterias Gram Positivas

Una bacteria grampositiva[1] posee una pared celular gruesa que, consta de varias capas y está formada principalmente por peptidoglicano (150 a 500 A) que rodea la membrana citoplásmica. El peptidoglicano es un exoesqueleto en forma de malla con una función semejante a la del exoesqueleto de los insectos.
Sin embargo, y a diferencia de esta última estructura, el peptidoglicano de la célula es lo suficientemente poroso como para permitir la difusión de los metabolitos a la membrana plasmática.
El peptidoglicano es un elemento clave para la estructura, la replicación y la supervivencia de las células en las condiciones normalmente hostiles en las que proliferan las bacterias. Durante una infección, el peptidoglicano puede interferir en la fagocitosis y estimular diversas respuestas inmunitarias, como procesos pirogénicos (es decir, que inducen la aparición de fiebre).
El peptidoglicano puede degradarse mediante el tratamiento con lisozima. La lisozima es una enzima presente en la mucosidad y las lágrimas del ser humano que también producen las bacterias y otros microorganismos. Esta enzima es capaz de degradar el esqueleto de glicano del peptidoglicano.
Sin el peptidoglicano, la bacteria sucumbe a las grandes diferencias de presión osmótica existentes a uno y a otro lado de la membrana citoplásmica y experimenta un fenómeno de lisis.
La eliminación de la pared celular produce un protoplasto, el cual experimenta un proceso de lisis a no ser que se estabilice osmóticamente.
La célula grampositiva puede poseer también otros componentes, como los ácidos teicoicos y lipoteicoicos, y polisacáridos complejos (generalmente denominados «polisacáridos C»). La proteína M de los estreptococos y la proteína R de los estafiloco-cos también se asocian al peptidoglicano.
Los ácidos teicoicos son unos polímeros hidrosolubles de fosfatos de poliol que están unidos al peptidoglicano mediante enlaces covalentes y son fundamentales para la viabilidad celular. Los ácidos lipoteicoicos poseen un ácido graso y se encuentran unidos a la membrana citoplásmica. Estas moléculas son antígenos de superficie frecuentes que diferencian los serotipos bacterianos y favorecen la fijación a otras bacterias y a receptores específicos localizados en la superficie de las células de los mamíferos (adherencia).
Los ácidos teicoicos constituyen unos señalados factores de virulencia. Los ácidos lipoteicoicos son expulsados hacia el medio circundante y al medio intercelular del organismo anfitrión y, aunque débiles, son capaces de desencadenar respuestas inmunitarias semejantes a las de las endotoxinas.[2]
[1] Se llaman bacterias grampositivas a las que no poseen una membrana externa para proteger el citoplasma bacteriano, tienen una gruesa capa de peptidoglicano y presentan ácidos teicoicos en su superficie. Así mismo presentan una mayor resistencia a los antisepticos. Desde el punto de vista morfológico encontramos en esta clasificación, cocos y bacilos.

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